Llego el día señalado para ser
intervenida. Así que ingreso por la tarde el día de antes en el hospital. Nada más
ingresar una enfermera me acompaña a la habitación y me trae camisón, toallas,
un termo con agua y alguna cosilla más.
Pregunto por la hora de la operación,
pero no la saben en concreto, me dicen que a partir de las 8,30.
Antes de irse la enfermera me
avisa de que a partir de las 12 de la noche no puedo comer ni beber, ni tan siquiera
agua.
Sobre las 8 me traen la cena, esta
rica, puré de verduras, tortilla con un filete de jamón de York, un panecillo y
una natilla de chocolate.
Sobre las 9,30 aparece nuevamente
la enfermera en mi habitación, la verdad es que me “asuste” un poco al verla,
pues venia muy preparada. Tocaba el momento de rasurar, hacer un lavado vaginal
y poner un enema.
Todo fue bien, la verdad es que
no era para tanto. Estaba segura que eso era solo el comienzo, lo que venia al
día siguiente seguro que era mucho peor.
Por hoy, había llegado el momento
de dormir y descansar, tenia que estar bien para lo que me esperaba el día
siguiente.
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